Editorial.

Con los años tomó fuerza la idea de que el Estado debe darlo todo a sus ciudadanos y esa teoría se sumó a otros factores como la corrupción, el descaro y el abuso de la clase política para vivir la crisis por la que atraviesa el país por estos días de paro nacional indefinido.

Hay quienes quieren que el Estado no les de nada pero tampoco que les esté quitando con nuevos impuestos en cada reforma tributaria que se inventan y otros que quieren que el Estado les de todo. Con tono de chiste algunos dicen que estamos frente a una generación que nació queriendo estar pensionada. Lo mejor es que ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre.

En el caso de los corruptos deberán darle cuenta a Dios en su calidad de administradores como lo indica en Mateo 26:26 “Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente…”

Es el momento, y gracias a esta crisis, que tenemos que decidir qué tipo de país queremos, si un Estado Capitalista donde el esfuerzo de cada uno se vea reflejado en la calidad de vida que tiene cada individuo o un Estado asistencialista donde el Estado lo debe dar todo.

No entiendo  los discursos de algunos dirigentes que promueven odios hacia los empresarios cuando es gracias a ellos que se pueden crear empresas, generar empleos, tener producción, ventas a nivel nacional como internacional y por lo tanto, empresas y ciudadanos, estarían en capacidad de aportar recursos por concepto de impuestos a la nación.

Ejemplos donde marchitar a las empresas es sinónimo de pobreza son Venezuela y Cuba donde sus ciudadanos aguantan hambre y donde la calidad de vida es miserable justo en el momento que las personas deben acudir a las canecas de basura para mirar que encuentran para comer.

Colombia está a tiempo de evitar recorrer esos caminos que conducen a la pobreza y que entre otras cosas se ha incrementado producto de la pandemia y ahora de los paros, porque miles de empresas se han cerrado despidiendo a miles de personas.  

Estemos atentos para agradar a Dios para que esto tenga una buena salida porque como dicen las Sagradas Escrituras en Juan 10:10 a,  a propósito de las protestas con vandalismo “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir…”.

Protestemos sin destruir al país, porque entonces qué empresas van a encontrar los jóvenes de hoy que claman por más oportunidades. Recordemos que lo que uno siembra eso recoge como lo sentencia Dios en su Palabra en Gálatas 6:7 “No os engañéis Dios no puede ser burlado, pues todo lo que sembrare eso también segará“.

Protestemos  sin bloqueos para que pasen las ambulancias, los medicamentos, el oxígeno, el transporte, entre otros. Creo que la mejor manera de protestar es marchando en paz, y cuando lleguen las próximas elecciones no vendiendo el voto, y no votando por el partido que puso presidente, gobernador y alcalde, y de esa manera castigarlos por no hacer bien su trabajo.

Es increíble pero hoy en Colombia hay más de tres millones de personas conocidas como Ni Nis, que ni estudian ni trabajan.  Ese prototipo de personas cada día crece más y aquí lo que se debe hacer es enseñar a trabajar y no seguir con el asistencialismo a granel que llevan a las personas a acostumbrarse a vivir con un poquito, desconociendo lo que nos dice el Señor en Josué 1:9a “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente…”.

Millones de personas se han hecho a pulso, trabajando y estudiando, construyeron sus vidas y sin ayuda del Estado. De manera que esta crisis es no sólo por el descaro de la clase política sino también por la mentalidad de personas que no están dispuestos a trabajar  y ahí si como dice la palabra de Dios en 2 Tesalonicenses 3:10-11   “…Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada…”.

Por: John Didier Rodríguez Marín

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