Editorial de esta semana para Al Día Noticias. Columna de Opinión.
Por: John Didier Rodríguez Marín.
Por estos días, el debate de los extranjeros, ha sido fuerte, no sólo por lo ocurrido con algunos venezolanos en Bogotá, sino por el anuncio de la llegada de afganos a Colombia, de manera que sale a flote la condición egoísta del ser humano.
Lo cierto es que muchos consideran que mientras no se logre dar respuesta primero a las necesidades de los colombianos, los gobiernos tanto nacional como local, no deberían ofrecerse para atender a ciudadanos de otros países.
Es un tema que definitivamente genera polarización de quienes están a favor y quienes están en contra, pero creo que lo primero que se debe hacer, es mirar qué es lo que Dios piensa del extranjero y que sugiere él en su palabra que deben hacer los naturales frente al foráneo.
En Éxodo 22:21a dice “Y al extranjero no engañarás ni angustiarás”, así que a la luz de la Palabra es una instrucción clara de no angustiar a los ciudadanos de otros países, de manera que no está bien la estigmatización. Y en ese orden de ideas es positivo lo que ha venido haciendo Colombia de darle ayuda a quienes han llegado por un tiempo temporal de Venezuela, Haití, Cuba y ahora de Afganistán.
Nadie sale de su país porque está bien, sino porque quiere mejores oportunidades y condiciones de vida. Nunca sabemos cuándo puedo ser yo el que esté en otro territorio en esas condiciones y es ahí cuando uno espera recibir esa mano amiga, de ayuda, y no el insulto que es lo que en ocasiones hemos recibido los colombianos en los aeropuertos o ambientes culturales de otros países.
Y justo es ahí cuando uno debe aplicar lo que dicen las Sagradas Escrituras de no hacerle a nadie lo que no quiero que me hagan a mi como lo expresa Mateo 7:12 “Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas”.
En Colombia se ha dado educación, salud, vivienda, espacio, trabajo, a miles de extranjeros que huyen de sistemas de gobiernos populistas y de dictaduras donde la democracia, así sea con gobiernos malos, no existe. Ojalá Dios no permita que algún día seamos nosotros los que andemos con una maleta por las carreteras de otros países, aguantando frío, agua, calor y hambre.
No podemos dar lugar a la naturaleza egoísta del hombre, debemos considerar ayudar a quienes lo solicitan en este momento, pero eso sí, a quienes vienen amigablemente a pedir un espacio en nuestra sociedad, a aportar, a trabajar, no a quienes han venido a ser más crueles que los mismos delincuentes nacionales porque infortunadamente hemos visto que algunos de los extranjeros, no todos porque la gran mayoría son buenos, primero agrede y luego si mira lo que se va a llevar.
Es necesario en ese sentido, respaldar a las autoridades en sus decisiones que buscan castigar el crimen y garantizar seguridad porque incluso muchos países del mundo construyen muros para evitar el ingreso de ciudadanos de otras naciones. Debemos ayudar y de esa forma obedecemos un mandamiento clave establecido por el Creador como lo dice el libro de Juan 13:34 “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros”. La Biblia nos enseña a amar y a servir a los demás, como lo expresa Mateo 25:35 “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis”.