Columna de Cristina Plazas

Esta semana sostuve una conversación con una amiga que está decidida a votar por Gustavo Petro y le pregunté si su elección se veía afectada por las alianzas non sanctas que está realizando; y su respuesta fue contundente: ¡Con Petro hasta la muerte!

Debo confesar que me sorprendí y le contra pregunté que, si la razón de su voto era por los cambios que planteaban y la lucha contra la corrupción, por qué persistía su inclinación si esto evidenciaba que no iban a cumplir con dichas promesas, más aún cuando se estaban aliando con los que ellos han acusado de robarse el país. La respuesta fue la misma y me aseguró que el candidato los había comprometido a no robar. ¡Qué teflón el de Petro!

Esa noche me costó dormir; quedé atónita y llegué a la conclusión que en este país TODOS nos hemos connaturalizado tanto con la corrupción que el bien y el mal se rigen de acuerdo con los intereses de cada cual. En este caso particular, queda demostrado que aceptamos cualquier forma de lucha con tal de que el candidato de nuestra preferencia (por convicción o interés) salga elegido.

No me las voy a dar de ingenua; he sido parte del sistema político y conozco cómo se mueven las maquinarias. Tampoco supondré que de la noche a la mañana viviremos en un cuento de hadas; pero estoy convencida que si no hacemos un mea culpa y un compromiso de hacer las cosas mejor, este país se irá a pique.

No podemos seguir evadiendo la responsabilidad del voto. Es mandatorio dejar la indiferencia. Debemos protestar y exigir, pero no acabando con los bienes públicos y con la vida de las personas, sino a través de las encuestas y del voto.

Absurdo y lamentable sería resignarnos a convivir con un sistema político corrompido y sucio

¿Dónde está el pueblo exigiendo a los partidos expulsar a todos aquellos que se han robado el erario llevando a miles de colombianos a la miseria?

¿Por qué nos tenemos que resignar a que este sea el futuro del país?

¿No será que llegó la hora de dejar de criticar y quejarnos en los almuerzos y tomar el toro por los cachos asumiendo las responsabilidades que tenemos como ciudadanos exigiéndoles a nuestros líderes que actúen de manera honesta?

Cuán diferente habría sido que la totalidad de los seguidores de Petro hubiesen hecho notar su indignación en las encuestas. Desafortunadamente, parece que sus cálculos políticos no le fallaron y que salió fortalecido.

Lo cierto es que los votantes del Pacto Histórico perdieron una oportunidad de oro para darnos una lección de vida, sentando un precedente y obligando a Petro y a los demás candidatos a enderezar el rumbo, pero lamentablemente quedó demostrado que acá todo vale.

Basta ya de los quejidos. Nosotros somos los responsables de que los bandidos lleguen al poder: ¡actuemos!

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John Didier Rodriguez Marin

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