Editorial de esta semana para Al Día Noticias.              Junio 5 de 2022.                                                                                                        

Por: John Didier Rodríguez Marín

Produce cierto placer y tranquilidad, no sólo para la familia sino para la opinión pública, la noticia que da cuenta de la captura de cinco personas presuntamente implicadas en el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, en hechos ocurridos en la isla de Barú en Cartagena el pasado 10 de mayo cuando disfrutaba de su luna de miel junto con su esposa.

Más allá de las responsabilidades de cada uno de los privados de la libertad, de las pruebas que ha logrado recoger el grupo de investigadores y de todo lo que rodeó el crimen, que con seguridad, daría para un guión de una serie o película cinematográfica, es saludable la respuesta tan oportuna y eficiente de las autoridades de Colombia y Paraguay.

Y así como en este homicidio los fiscales, que tienen a su cargo el caso, afirman que los autores dejaron el camino plagado de evidencia y por ello se pudo establecer su participación y posterior captura, los seres humanos deberíamos vernos reflejados en este suceso porque siempre todas las actividades de las personas serán rastreables y como dicen algunos expertos, no hay crimen perfecto.

Un sujeto cuando comete un delito lo hace convencido que no lo van a pillar porque de lo contrario, creería uno que no lo haría. Craso error, debería ser consciente que siempre lo van a descubrir pero no tanto por la sagacidad de los investigadores, que la tienen, y por la tecnología que cada día aporta más herramientas en las pesquisas, sino porque así lo establece la Palabra de Dios en Marcos 4:22 “Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz”.

Seguramente han escuchado un dicho popular que dice que más rápido cae un mentiroso que un cojo, pues bueno, eso es real. Por tal razón, el ser humano debería decidirse a decir siempre la verdad y así ahorrar problemas.

Muchas veces cuando se dice una mentira para sostenerla toca inventarse otras, y así hasta que al final cae. Y lo mismo ocurre con el ladrón que como ve que se sale con la suya en más de una vez, se toma confianza hasta que tarde o temprano es sorprendido pagando incluso con su vida la equivocación, como lo sentencia Proverbios 11:21 “Tarde o temprano, el malo será castigado; Mas la descendencia de los justos será librada”.

Nos aterramos porque hay personas que sin conocer a otra reciben una cantidad de dinero para dispararle y quitarle la vida como ocurrió en caso del fiscal Pecci. Nos da coraje cuando un político para hacerse elegir promete y firma en mármol y cuando está en el poder no cumple y hace todo lo contrario. Nos indigna que miles de hombres engendren hijos y los dejen.

Nos molesta que alguien se cuele en la fila y que los gobernantes se roben el presupuesto, pero debemos recordar que todo eso es producto de tener una sociedad sin principios,  los mismos que están sugeridos en las Sagradas Escrituras y el no cumplimiento de los mismos es la causa de todos los males de nuestra sociedad donde lo matan a uno por robarle un celular, ya que donde no hay principios, no hay respeto por nada porque en muchos hogares han pasado por alto el pasaje bíblico de Deuteronomio 6:6-7 que dice “ Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”.

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