Por: Javier Ospina, Concejal de Bogotá
El designado ministro de educación Alejandro Gaviria lo predijo con claridad. Petro está creando un gabinete de unidad, en el que habrá una mayoría de ministros de los partidos tradicionales, posiblemente conocedores de sus temas, como el mismo Gaviria, y otros de línea más dura. En seis meses, pronosticó Gaviria, poco antes de la resurrección política que lo convirtió al petrismo, desaparecerán los primeros y quedarán los últimos. Así pasó en Bogotá, y así pasará en Colombia.
Dentro de estos últimos, los de la línea dura, los que no buscan consenso sino venganza, los que no son guiados por la razón sino por la emoción, está el nuevo Mindefensa, Iván Velásquez. Al igual que el resto de los ministros de esta minoría, se espera que este al menos dure un poco más de tiempo. Este va ser el gobierno de quien, como alcalde, hizo 65 cambios en altos funcionarios de 19 entidades, en 4 años.
El designado Ministro Velásquez es conocido por los colombianos por sus ataques permanentes a nuestro partido Centro Democrático en especial al Presidente Álvaro Uribe, y por haber protagonizado controversias que llevaron a su expulsión en Guatemala hace unos años.
Este ministro, de orientación académica en temas de justicia y derecho, enfrenta dos viapublicacolombia@gmail.comviapublicacolombia@gmail.comretos importantes, y habrá que ver si con prácticamente ninguna experiencia administrativa ni gerencial, los vaya a sacar adelante.
Primero, administrar el sector más grande del país en personal, recursos del Gobierno Nacional, y en número de empresas adscritas y vinculadas.
Segundo, y más importante aún, atender con eficiencia el tema de seguridad y el respeto a los derechos humanos sin sesgo alguno.
El primer reto, el de gerencia, es enorme. Contando que la policía, a pesar de la cuestionable propuesta de trasladarla a un despacho de orientación política, no saldrá del sector Defensa en el corto plazo, la fuerza pública la componen hoy 452 mil
hombres y mujeres. Allí más que persecución se requiere liderazgo, estrategia y autoridad. Se requiere además un administrador experto, que oriente el destino de las más de 19 empresas y los más de $40 billones que tiene de presupuesto anual en este sector.
El segundo reto, es el de garantizar la seguridad, este es todavía más crítico. La más reciente encuesta de Invamer reveló que, aunque en el último año la preocupación ciudadana por la seguridad ha disminuido, para ubicarse en 14%, sigue estando en el tercer lugar de prioridad pública. Garantizar la continuidad de esta disminución implica seguir reduciendo el homicidio, los atracos callejeros, el fleteo, los robos en comercios y apartamentos. Deberá enfrentar el secuestro con que el ELN, y los GAOR (Grupos Armados Organizados Residuales) que tienen sometido al Catatumbo y el sur del país. Deberá además garantizar el proceso electoral del próximo año que, al ser regional, supondrá desafíos importantes en materia de seguridad.
Los colombianos sabemos hoy, que, si el ministro designado no cambia su postura ideológica frente a problemas graves del país, no tendremos sobre ellos ningún avance y sí peligrosos retrocesos. El país debe seguir buscando la captura, y su extradición en donde haya lugar, de los cabecillas de grupos armados organizados que matan líderes sociales, policías, militares, extorsionan, trafican y amedrentan a la gente en las ciudades y en el campo. Debe poder implementar un plan comprehensivo e integral para erradicar las casi 250 mil hectáreas de coca, sin dejar por fuera de la discusión, ninguna alternativa.
Por ahora la verdad es que no se ve el nuevo Mindefensa apto para un cargo con tan grandes desafíos. Esperemos que cambie su rumbo ideológico, otorgue completas garantías a la oposición del Centro Democrático, y evite que el país se salga del cauce de la seguridad que se ha logrado hasta ahora con gran dificultad en todo el país.