Opinión
Por: Ricardo Godoy*
Existe una profunda preocupación por el rumbo que han tomado algunos países de América Latina. Como miembro del Frente Hemisférico por la Libertad (FHL) y un firme defensor de los valores democráticos y las libertades fundamentales, siento la responsabilidad de alzar mi voz ante los desafíos que enfrentamos en nuestra región.
América Latina es una tierra de diversidad, riqueza cultural y potencial sin igual. Sin embargo, hemos sido testigos en los últimos años de un avance preocupante del comunismo en varias de nuestras naciones. Cuba y Venezuela son ejemplos claros de las consecuencias devastadoras de regímenes que socavan los principios democráticos y las libertades individuales. La República China-Taiwán es una muestra fehaciente de cómo se debe hacer frente a ese peligroso avance.
En este país del Oriente vemos una muestra de resiliencia y prosperidad en medio de la adversidad. Esta pequeña nación insular, de robusta economía, ha defendido su libertad frente a la China comunista y ha construido una sociedad próspera, basada en los valores de la democracia y los derechos humanos. Es nuestro deber respaldar a Taiwán y aprender de su experiencia.
Cuba y Venezuela, por otro lado, nos muestran los peligros del totalitarismo y la falta de toda sensatez. La represión de la libertad de expresión, la persecución de la oposición política y la crisis humanitaria en estos países son un llamado de atención para todos.
También hemos sido testigos de desafíos internos en países como Colombia, Brasil y Chile, por solo citar algunos. La expansión del comunismo y las divisiones políticas amenazan la estabilidad y la prosperidad de nuestra región.
En Colombia, la prensa independiente está desempeñando un rol muy relevante en la fiscalización del quehacer del exguerrillero Gustavo Petro desde el Palacio de Nariño y, gracias a sus constantes investigaciones, vemos cómo quedó al descubierto la trama de corrupción del hijo del presidente. El comunismo que encarna Petro, por su condición ambivalente y extraña, requiere mayor cuidado.
Otro ejemplo de constancia lo proyecta con éxito a diario el exilio cubano, con su Asamblea de la Resistencia Cubana, matriz del FHL, que recientemente destapó la conspiración del régimen de La Habana para enviar jóvenes de su pueblo a luchar a favor de los rusos en su nefasta invasión a Ucrania.
Es hora de unirnos en defensa de la democracia y la libertad. Debemos trabajar juntos para fortalecer nuestras instituciones democráticas, promover la participación ciudadana y proteger los derechos humanos de todos los habitantes de América Latina.
Personalmente, pude trasladarme a principios de años a la República China-Taiwán y ver en el terreno, nadie me lo contó, el desarrollo de una nación que tiene fuertes cimientos democráticos. Es evidente que el comunismo no tiene cabida entre los cuatro puntos cardinales del que es el mayor productor de semiconductores o chips en el mundo.
La lucha no es fácil, pero juntos podemos enfrentar estos desafíos y construir un futuro más brillante para nuestra región. La democracia es un valor que debemos defender con determinación y pasión.
En este contexto, muchos se preguntarán por qué un salvadoreño está inmerso en estas tareas. La respuesta no puede ser otra: mi país estuvo en medio de una guerra interna durante más de una década. Miles fueron los muertos, las viudas, las madres destrozadas por la pérdida de sus hijos. Conozco el monstruo en sus entrañas y no deseo ese clima de sangre y dolor para ninguna nación.
Mi llamado es a seguir adelante con valentía, con la convicción de que juntos podemos preservar la libertad y la democracia en América Latina. Es un emplazamiento para todos aquellos que representamos a nuestros países en el hemisferio a que alcemos nuestra voz y comprendamos que también estamos amenazados por lo que ocurre en Cuba, Ucrania o la República China-Taiwán, y en otros lugares en donde la democracia esté en juego.
*Diputado de El Salvador, miembro del Frente Hemisférico por la Libertad